Carmen Thomàs | Opinión | Cine
Cate Blanchett frente a Rooney Mara en 'Carol' |
Todo cinéfilo sabe que en Hollywood se cumplen tantas aberraciones como maravillas. Y no sólo hablo de películas más o menos aburridas, convencionales, comerciales, tópicas o absurdas (aunque en ocasiones lo absurdo tenga más cabida que las catalogables en los adjetivos anteriores).
Eddie Redmayne y Alicia Vinkader en 'La chica danesa' |
Ambas películas sirven para dar lecciones tanto de interpretación (tanto Cate Blanchett como Alicia Vinkader merecen encarecidamente su estatuilla a mejor actriz y mejor actriz de reparto, ¡Hasta incluso Redmayne merecería la estatuilla a mejor actriz!) como de excelencia y meticulosidad narrativa. La chica danesa y Carol tratan con maestría (de manera más aguda y exquisita en esta última) ambas historias (la primera, basada en hechos reales y la segunda, en una novela de Patricia Highsmith), pero son sus personajes y su cruenta realidad lo que nos engancha: Cómo la sociedad les tiende la mano a cambio del silencio en ámbitos burgueses y bohemios, la oportunidad única en la que puedes reír y decir que "en realidad no quieres ser mujer" o que "en realidad no amas a esa mujer" y seguir con tu vida, o ponerte seria y luchar por tus derechos en una época en la que las posibilidades de acabar drogada hasta las cejas en un manicomio eran considerablemente altas. Las elecciones sumamente arriesgadas de ambas protagonistas y el apoyo incondicional de sus compañeras de vida convierten a 'La chica danesa' y 'Carol' en las películas más románticas (usando plenamente el término, entendiéndolo y sabiéndolo por muerto en el cine últimamente) de los últimos años.
Conocedora de que la industria de Hollywood ha sido tradicionalmente conservadora y poco empática con las causas de desigualdad relacionadas, además, con la invisibilización trans o lésbica (sí tuvimos 'Boys don't cry' y 'Brokeback Mountain', así como 'Monster', pero siguen siendo filmes que por razones evidentes o más rebuscadas no considero en pro de la representación femenina), que estas películas vayan a coincidir en el Kodak Theatre este año me llena de una emoción no inaudita, pero sí agradable y más tranquila. Una emoción que ciertamente ha embargado a muchxs otrxs compañerxs y que. desde luego, me gustaría que compartieran también Will Smith y compañía: No creo de ningún modo, que la representación LGTB supere la de afroamericanos (y digo afroamericanos y no negros, porque la queja se focaliza en ellos; nadie habla de los chinos o hispanos en un país como EEUU, algo que también tiene telita, dicho sea de paso). Y con representación LGTB hablamos, claramente, de buena representación; no de bufones tópicos, lesbianas rudas y gays superdivertidos.
En definitiva, este año se hablará mucho, como ya se está hablando, de la huelga de los actores y actrices, productorxs y directorxs negrxs en Hollywood, algo que apoyo firmemente (es su lucha, es por la igualdad, es cierto que existe menos representación), pero también espero que exista un movimiento y recordatorio dentro del Kodak por parte de aquellos cineastas que han plasmado tan bien ciertas realidades LGTB, fotogramas que sirven para normalizar el amor real y la lucha por la identidad como uno de los derechos que constituyen la libertad de todos los individuos... Al menos por todas las Carol, o por las Lili Elbe que decidieron que luchar por ser uno mismo implica un largometraje de lágrimas, pero un final de esos que sonríen radiantes, victoriosos y heroicos, a la vida.
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