viernes, 28 de marzo de 2014

México, el poder de la letra femenina

Llanos de la Rosa Cifuentes|Reportaje|Literatura


  • Las desigualdades entre hombres y mujeres son cada vez menores en la literatura mexicana
  • Existe un boom de mujeres nacidas a partir de los 60 que han roto los esquemas de las letras mexicanas
  • Cada vez aparecen más personajes femeninos que rompen con los moldes clásicos
  • "Las escritoras mexicanas se han adentrado en una guerra más interna: la del yo y el otro", apunta la escritora Sylvia Aguilar Zéleny

Mujer, mexicana, violencia, desigualdad. Cuatro palabras que parecen estar irremediablemente unidas. Quizá tenga algo que ver que México se encuentre entre uno de los peores países del G20 para ser mujer (concretamente, en quinto lugar) y que una de sus localidades, Ciudad Juárez, sea uno de los lugares con mayor número de mujeres desaparecidas en todo el mundo. “La agresión física y sexual, una cultura machista, crímenes de drogas y un pobre acceso a la salud en determinadas zonas rurales mexicanas son los factores principales que hacen que la vida de la mujer no valga lo suficiente”, denuncia Lourdes Romero, redactora de esglobal. Tanto es así que, Blanca Rico, directora de Semillas, una sociedad mexicana defensora de los derechos de las mujeres se atreve a asegurar que “México inventó el término machismo”. A pesar de que el 52% de la población mexicana es femenina, las mujeres aparecen escasamente representadas u ocupando cargos políticos. Con ello se acrecienta la desigualdad real.

India es el peor país del G20 para ser mujer, México ocupa el quinto lugar



Pero, por suerte, “con los rifles [ni los golpes] no se matan las palabras”, como cantaría Fito en su canción “Abrazado a la tristeza”. Y son muchas las mujeres mexicanas que han sabido vivir de las palabras. No solo económicamente, sino porque les ha resultado una forma de hacerse escuchar, de hacerse un hueco entre la sociedad. “En la actualidad, hay un boom de mujeres mexicanas, nacidas entre los 40 y los 70, que escriben”, explica Gloria María Prado Garduño, profesora y directora del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana de México (UIA)  y estudiosa de las escritoras mexicanas contemporáneas. Prado Garduño considera que, a pesar de que estas autoras “escriben muchísimo, son publicadas y reconocidas, todavía no se les valora de la misma forma que a los hombres".  

Gloria María Prado Garduño dedica parte de su estudio a las escritoras mexicanas -Foto cedida



Algo que se hace patente cuando se excluye a escritoras del siglo XX del movimiento  literario contemporáneo más importante de México: el Crack. La corriente se inició con la publicación de cinco novelas, cuya relación entre sí no era casual. Estas son:  Memoria de los días de Pedro Angel  Palou, Las rémoras de Eloy Urroz, La conspiración idiota de Ricardo Chávez Castañeda, Si volviesen sus majestades de Ignacio Padilla y El temperamento melancólico de Jorge Volpi. 

Aun con todo eso, Sylvia Aguilar Zéleny, escritora, licenciada en Literaturas Hispánicas y profesora de técnicas narrativas, se muestra positiva: “Creo que poco a poco hay por parte de las editoriales un mayor interés”. Y cita como ejemplo la editorial Nitro-Press que a finales de 2011  publicó Lados B narrativa de alto riesgo. El proyecto original era un volumen de autores y autoras. Al final Mauricio Bares, decidió separar hombres y mujeres en dos volúmenes para, en palabras del editor, “privilegiar con un escenario propio al excepcional grupo de narradoras que aquí conjuntamos”. Con ello, se muestra “cómo el ejercicio literario de mujeres en México ha crecido en términos cuantitativos y cualitativos”, razona la escritora. 


Sylvia Aguilar Zéleny es autora de Gente Menuda ,  No son gente como uno y Una no habla de esto - Foto cedida por la autora

Gloria María Prado Garduño también argumenta su positivismo: “aunque no con la rapidez que sería justa, poco a poco se les va reconociendo y aparecen en las librerías, en suplementos culturales y, sobre todo, en la crítica académica hecha por mujeres”. De nuevo, parece un tópico que para escribir sobre las mujeres hay que ser una, porque existe una literatura femenina.  “En México hubo un boom a finales de los ochenta liderado por escritoras como Laura Esquivel, Ángeles Mastretta, y se hablaba de eso precisamente de un boom de la literatura femenina”, revela Sylvia Aguilar. Pero opina que, aunque exista esa  literatura, “cada vez más observamos autoras que quieren salirse de esas condiciones y el punto a discutir no es si se escribe sobre mujeres o no sino que es una literatura que no busca ser exclusiva para mujeres”. 
Prado Garduño sentencia que “no existe una literatura masculina y otra femenina, simplemente hay textos escritos por hombres y mujeres” 


Si bien es cierto que no se encuadra a las autoras mexicanas dentro de ningún movimiento cultural, la profesora de la UIA contempla una especie de inclinación que agrupa a algunas autoras desde los años 60. “Se trata de escritoras que redactan con grandes coincidencias temáticas” explica Prado Garduño y ejemplifica que en la configuración de sus personajes femeninos aparecen esos tópicos que parecen ir unidos en su país: “El género, la violencia, el miedo, y la locura. Muchas de las protagonistas terminan locas o lo están desde el comienzo”.



Quizá ese reflejo de la locura tenga algo que ver con algunas situaciones personales, como es el caso de Elena Garro, o Rosario Castellanos, novelistas que Prado Garduño no duda en citar como de las más relevantes de México, pero cuyas vidas estuvieron marcadas por los altibajos emocionales. Sobre ese grupo de escritoras nacidas después de los 60 Sylvia Aguilar apostilla que “en una época literaria dominada por una narrativa que ilustra una y otra vez la  guerra contra el narco, se han adentrado en   otro tipo de guerra, una más interior: el estado de sitio entre el yo el otro, logrando evolucionar en términos de estilos e intenciones”.



Sin embargo, la mujer en la literatura mexicana no aparece únicamente representada por sus problemas sociales y humanos. “Encuentro muchas representaciones de las mujereres, son configuradas desde todas las perspectivas y posibilidades”, apunta Gloria María Prado Garduño. Desde la ama de casa, hasta la prostituta, cada vez son más las visiones que se dan de las mexicanas. Por su parte, Sylvia Aguilar considera que con mayor frecuencia se construyen personajes femeninos que rompen con los tópicos: “Pienso, por ejemplo, en novelas como Perra Brava de Orfa Alarcón o los cuentos de Nadia Villafuerte en ¿Te gusta el látex, cielo? Ambas autoras crean personajes que pueden ser oscuros, violentos que ven por sí mismas sin importar qué”, interpreta la escritora.  

Aun con todo, es difícil responder a la cuestión de cómo aparecen representadas las mujeres en la literatura mexicana. Aurelia Martín Casares revela en su libro Antropología del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales que, la tendencia general en todas las culturas ha sido “representar al sexo femenino bajo un denominador común: el hecho de ser mujer. Las integrantes aparecían desprovistas de individualidad”. Por ello, Prado Garduño recalca que  “no podemos hablar de la categoría ‘mujer mexicana’, ni siquiera de ‘mujeres’”. Y esto es así porque “hay una enorme variedad de ellas, distinciones sociales, políticas, económicas, culturales, étnicas, lingüísticas, y en cada estrato y en lo particular son muy diferentes las experiencias, las formas de vida y existencia aun en un mismo grupo o clase social”, concluye la profesora.

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