Llanos de la Rosa Cifuentes|Reportaje|Literatura
- Las desigualdades entre hombres y mujeres son cada vez menores en la literatura mexicana
- Existe un boom de mujeres nacidas a partir de los 60 que han roto los esquemas de las letras mexicanas
- Cada vez aparecen más personajes femeninos que rompen con los moldes clásicos
- "Las escritoras mexicanas se han adentrado en una guerra más interna: la del yo y el otro", apunta la escritora Sylvia Aguilar Zéleny
Mujer, mexicana, violencia, desigualdad. Cuatro palabras que parecen estar irremediablemente unidas. Quizá tenga algo que ver que México se encuentre entre uno de los peores países del G20 para ser mujer (concretamente, en quinto lugar) y que una de sus localidades, Ciudad Juárez, sea uno de los lugares con mayor número de mujeres desaparecidas en todo el mundo. “La agresión física y sexual, una cultura machista, crímenes de drogas y un pobre acceso a la salud en determinadas zonas rurales mexicanas son los factores principales que hacen que la vida de la mujer no valga lo suficiente”, denuncia Lourdes Romero, redactora de esglobal. Tanto es así que, Blanca Rico, directora de Semillas, una sociedad mexicana defensora de los derechos de las mujeres se atreve a asegurar que “México inventó el término machismo”. A pesar de que el 52% de la población mexicana es femenina, las mujeres aparecen escasamente representadas u ocupando cargos políticos. Con ello se acrecienta la desigualdad real.
India es el peor país del G20 para ser mujer, México ocupa el quinto lugar |
Pero, por
suerte, “con los rifles [ni los golpes] no se matan las palabras”, como
cantaría Fito en su canción “Abrazado a la tristeza”.
Y son muchas las mujeres mexicanas que han sabido vivir de las palabras. No
solo económicamente, sino porque les ha resultado una forma de hacerse
escuchar, de hacerse un hueco entre la sociedad. “En la actualidad, hay un boom de mujeres mexicanas, nacidas entre
los 40 y los 70, que escriben”, explica Gloria
María Prado Garduño, profesora y directora del Departamento
de Letras de la Universidad Iberoamericana de
México (UIA) y estudiosa de las
escritoras mexicanas contemporáneas. Prado Garduño considera que, a pesar de
que estas autoras “escriben muchísimo, son publicadas y reconocidas, todavía no
se les valora de la misma forma que a los hombres".
Gloria María Prado Garduño dedica parte de su estudio a las escritoras mexicanas -Foto cedida
Algo que se hace
patente cuando se excluye a escritoras del siglo XX del movimiento literario contemporáneo más importante de
México: el Crack. La corriente se inició con la publicación de cinco novelas, cuya relación entre sí
no era casual. Estas son: Memoria de los días de Pedro Angel Palou, Las rémoras de Eloy Urroz, La conspiración idiota de Ricardo
Chávez Castañeda, Si volviesen sus majestades de
Ignacio Padilla y El temperamento melancólico de Jorge
Volpi.
Aun con todo eso,
Sylvia Aguilar Zéleny, escritora,
licenciada en Literaturas Hispánicas y profesora de técnicas narrativas, se
muestra positiva: “Creo que poco a poco hay por parte de las editoriales un
mayor interés”. Y cita como ejemplo la editorial Nitro-Press que a finales de 2011 publicó Lados
B narrativa de alto riesgo. El
proyecto original era un volumen de autores y autoras. Al final Mauricio Bares,
decidió separar hombres y mujeres en dos volúmenes para, en palabras del
editor, “privilegiar con un escenario propio al excepcional grupo de narradoras
que aquí conjuntamos”. Con ello, se muestra “cómo el ejercicio literario de
mujeres en México ha crecido en términos cuantitativos y cualitativos”, razona
la escritora.
Sylvia Aguilar Zéleny es autora de Gente Menuda , No son gente como uno y Una no habla de esto - Foto cedida por la autora
Gloria
María Prado Garduño también argumenta su
positivismo: “aunque no con la rapidez que sería justa, poco a poco se les va
reconociendo y aparecen en las librerías, en suplementos culturales y, sobre
todo, en la crítica académica hecha por mujeres”. De nuevo, parece un tópico
que para escribir sobre las mujeres hay que ser una, porque existe una literatura
femenina. “En México hubo un boom a
finales de los ochenta liderado por escritoras como Laura Esquivel, Ángeles
Mastretta, y se hablaba de eso precisamente de un boom de la literatura
femenina”, revela Sylvia Aguilar. Pero opina que, aunque exista esa literatura, “cada vez más observamos autoras
que quieren salirse de esas condiciones y el punto a discutir no es si se
escribe sobre mujeres o no sino que es una literatura que no busca ser
exclusiva para mujeres”.
Prado Garduño
sentencia que “no existe una literatura masculina y otra femenina, simplemente
hay textos escritos por hombres y mujeres”
Si bien es cierto que no se encuadra a las autoras mexicanas dentro de ningún movimiento cultural, la profesora de la UIA contempla una especie de inclinación que agrupa a algunas autoras desde los años 60. “Se trata de escritoras que redactan con grandes coincidencias temáticas” explica Prado Garduño y ejemplifica que en la configuración de sus personajes femeninos aparecen esos tópicos que parecen ir unidos en su país: “El género, la violencia, el miedo, y la locura. Muchas de las protagonistas terminan locas o lo están desde el comienzo”.
Quizá ese
reflejo de la locura tenga algo que ver con algunas situaciones personales,
como es el caso de Elena Garro, o Rosario Castellanos, novelistas que Prado
Garduño no duda en citar como de las más relevantes de México, pero cuyas vidas
estuvieron marcadas por los altibajos emocionales. Sobre ese grupo de escritoras
nacidas después de los 60 Sylvia Aguilar apostilla que “en una época literaria
dominada por una narrativa que ilustra una y otra vez la guerra contra el narco, se han adentrado en
otro tipo de guerra, una más interior: el estado de sitio entre el yo y el otro, logrando evolucionar en términos
de estilos e intenciones”.
Sin embargo, la
mujer en la literatura mexicana no aparece únicamente representada por sus
problemas sociales y humanos. “Encuentro muchas representaciones de las mujereres,
son configuradas desde todas las perspectivas y posibilidades”, apunta Gloria
María Prado Garduño. Desde la ama de casa, hasta la prostituta, cada vez son
más las visiones que se dan de las mexicanas. Por su parte, Sylvia Aguilar
considera que con mayor frecuencia se construyen personajes femeninos que
rompen con los tópicos: “Pienso, por ejemplo, en novelas como Perra Brava de Orfa Alarcón o los cuentos de Nadia
Villafuerte en ¿Te gusta el látex, cielo? Ambas autoras crean
personajes que pueden ser oscuros, violentos que ven por sí mismas sin importar
qué”, interpreta la escritora.
Aun con todo, es
difícil responder a la cuestión de cómo aparecen representadas las mujeres en
la literatura mexicana. Aurelia Martín
Casares revela en su libro Antropología
del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales que, la tendencia
general en todas las culturas ha sido “representar al sexo femenino bajo un
denominador común: el hecho de ser mujer. Las integrantes aparecían
desprovistas de individualidad”. Por ello, Prado Garduño recalca que “no podemos hablar de la categoría ‘mujer
mexicana’, ni siquiera de ‘mujeres’”. Y esto es así porque “hay una enorme
variedad de ellas, distinciones sociales, políticas, económicas, culturales,
étnicas, lingüísticas, y en cada estrato y en lo particular son muy diferentes
las experiencias, las formas de vida y existencia aun en un mismo grupo o clase
social”, concluye la profesora.
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