Carmen Thomàs | Reportaje
Gloria Fuertes nació en
Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
[…]
("Autobiografía" Gloria Fuertes)
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
("Autobiografía" Gloria Fuertes)
- La poesía adulta de Gloria Fuertes, objeto de tesis, artículos y trabajos en Estados Unidos.
- "Su renombre como autora de poemas y cuentos para niños eclipsó su poesía de adultos".
- Una poesía sobre las guerras, la marginación y los suburbios que aprovechó la transición para rescatar a los colectivos marginados.
Nació en Lavapiés, el 28 de julio de 1917 y su nombre ha quedado ligado a varias generaciones literarias, siendo etiquetado al compás del tiempo de distintas formas. Pero si algo podemos afirmar de alguien que murió hace más de 10 años, que vivió una guerra, una transición, y un paso a la democracia claroscura que nos siguió hasta hace bien poco, es que el tiempo aún no la ha alcanzado. Gloria Fuertes cumple con la afirmación casi de obligatoriedad poética que Rimbaud sentenciaba: “Hay que ser moderno, siempre”.
Fue la voz clara y precisa de varias
generaciones de niños que nos criamos con la Pata que metía la pata, con el Pulpo
en un garaje y con sus libros /diccionario poético infantil. Aprendimos a leer
con Gloria, pero eso fue lo de menos; aprendimos a aprender con la poesía, a
escuchar, y a entender los matices, así como a reírnos de las gracias y las desgracias
de una vida que más vale disfrutar como si crecer no fuera lo importante.
Ésa, la de “poeta infantil” (que no poetisa,
¿Poetisa? ¡Yo
quería ser poeta!, aclaraba
siempre Gloria) es la etiqueta que ha prevalecido, pero ¿qué es del resto de la
obra de Gloria Fuertes? En España se hacen oídos sordos a esta pregunta, y,
hasta incluso, pueden aparecer exclamaciones de sorpresa ante el
desconocimiento de su poética adulta. Una obra que suscita crudeza, con un gran
número de poemas que prácticamente suponen un escarmiento a la conciencia del
individuo. En España Gloria sigue siendo, únicamente, una poeta infantil a la que
muchos llaman “poetisa”, la que salía en la TV contando cuentos en verso, la
mujer de la sonrisa dulce, el puro y la corbata. Desde la Universidad de Los Ángeles (EEUU) la
profesora de Lengua Española Sylvia Sherno destaca esta visión monocular que se
le da a la obra de Gloria: “Su renombre como autora de poemas y
cuentos para niños eclipsó su poesía para adultos. Llegó a ser una figura altamente
pública, no solo por la abundancia de sus publicaciones sino también gracias a
su programa televisivo y sus recitales en lugares públicos. Desgraciadamente,
eso fue en su contra, en el sentido de que justamente por todo ello nunca fue
considerada una poeta “seria” en su propio país”.
Nací para poeta o para muerto
escogí lo difícil.
Esa es una de las razones por las que, para
este reportaje, hemos tenido que cruzar correspondencias al otro lado del
charco, más concretamente con Estados Unidos, donde Gloria fue profesora de Literatura Española
durante un corto período de tiempo (1955-1960) en la Universidad de Bucknell , y
donde personas como Margaret Persin (Universidad de New Jersey), Sylvia Sherno
(Universidad de Los Ángeles) y Douglas Benson (Kansas State University) han
tenido el placer de contestarnos, informarnos y aclararnos la importancia de su
poesía adulta en la actualidad.
Gloria vivió una adolescencia sin madre, en el
seno de lo que siempre fue una familia humilde y trabajadora. Su niñez fue, como su madurez , solitaria. Ella misma
confesó en varias entrevistas cómo de pequeña se inventaba amigos imaginarios, o
la ilusión que se hacía romperse algo y que le pusieran una escayola.
Esta personalidad única hizo que para cuando
Gloria asistiera al Instituto de Educación Profesional de la Mujer su personalidad
chocara de lleno con la filosofía de la institución, con el modelo de señorita que se debía esperar.
Su amigo, el dramaturgo Francisco Nieva recordaba en el reportaje “La mitad invisible” la primera vez que vio a Gloria Fuertes: “Pelada como un chico, con calcetines, con unos zapatones, un aire graciosísimo de chica-chicarrón […] Entonces se ponía a leer sus poemas y llorábamos, de emoción y también de risa”.
Lo que Nieva contaba ocurrió en los cincuenta, pero mucho antes, cuando Gloria
tenía quince años, ya había escrito y recitado en Radio España Madrid. Y a los diecisiete años nació su primer
poemario, “Isla ignorada”, que vio la luz en 1950.
Soy como esa
isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
sola sólo.
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
sola sólo.
Fue esta personalidad rompedora y transgresora la que sirvió más tarde como
apoyo a una generación de mujeres que luchaban por la igualdad de derechos y
por romper los valores preestablecidos.
Margo Persin, profesora en la Rutgets University nos aclara este punto
en relación al impacto de la obra de Gloria en el extranjero: “Su poesía respondía a las condiciones socio-culturales del momento en
EEUU: Feminismo, manifestaciones contra la guerra de Vietnam, revolución sexual,
cambios socio-culturales en cuanto a la identidad en general, la lucha por los
derechos humanos y civiles. En la poesía de Gloria Fuertes, se puede oír
una voz que plantea cuestiones que tienen que ver con 'la justicia' desde
varias perspectivas.”
Estas afirmaciones rescatan la respuesta que
Sylvia Sherno, profesora de Lengua y literatura Española en Los Angeles (University of California) da
cuando se le pregunta si Gloria Fuertes representa o no un pilar dentro de
algún movimiento poético (después de que, durante décadas, trataran de
encasillarla de mil formas): “Yo diría que no. Le gustaba repetir que no pertenecía “a ningún
rebaño.” Cita Sherno. “Seguramente habría aprendido cosas de sus amplias
lecturas – a pesar de presentarse constantemente como nada erudita, leía y
sabía mucho más de lo que aparentaba. Si fuéramos a categorizarla – cosa que
aborrecía, además – tal vez la etiqueta
“poeta social” es la que mejor le queda.”
Señores importantes:
La guerra
es una morbosidad epidémica.
Hay que vacunarse del pacifismo
por… inteligencia.
Ésa forma única de reflejar la vida a
través de las palabras se basaba en una crudeza que a su vez se tomaba con
sentido del humor, una cadencia casi subversiva, rasgo implacable de quien
sobrevivía a golpes de tinta.
Pilar Monje ha sido una de las pocas
especialistas en nuestro país que se han dedicado al estudio minucioso de la
obra de Fuertes, centrándose precisamente en el lenguaje de su poética y en el
sentido del humor dentro de la misma.
Tras el análisis de los distintos conceptos humorísticos o en conexión
(el humorismo, la comicidad…), Monje analiza la psicología en la que se basa el
mismo: El humor como válvula de escape, como relativización de experiencias y
sentimientos, como superación de una represión o hasta incluso por simple
rebeldía. En el libro “Mujer de verso en pecho” publicado en 1996 podemos
observar, de principio a fin, este aspecto de su poética.
La verdad es que estuve en el depósito
y me dijo el forense que era amigo
“tu amor está en la cama y no contigo
tú estás muerta sin muerte Gloria Fuertes.”
La soledad
representa de alguna forma el pasto para la explosión de crítica, ironía y
sarcasmo que inunda hasta incluso su
obra más romántica. “La soledad fue un arma de
dos filos. Como condición existencial, la soledad le habría angustiado como a
cualquiera. Pero por otra parte, la soledad le brindó las circunstancias
adecuadas para escribir y al mismo tiempo se convirtió en un tema importante de
su poesía. Entonces la soledad fue semilla y fruto a la vez”. Esta es la respuesta que Sylvia Sherno nos lanza a raíz de las
indagaciones acerca de una situación
sentimental que Gloria siempre guardó con recelo, y que parece llenarse de
plenitud en algunos versos para retorcerse del dolor en otros tantos para
después reírse, por supuesto. Sherno
asegura además que el humor sí sirvió como arma para ironizar, poner en
ridículo y lanzar críticas hacia lo que Gloría vio como “males en el mundo y en la
sociedad en la que le tocó vivir. En cuanto a su vida, sólo me atrevo a suponer
que el humor le habría servido igualmente para enfrentar ciertas duras
realidades: Otra vez su propio aislamiento y soledad”.
Fuertes se encargó de rescatar a un
colectivo que hasta una muy entrada transición política no se atrevió a
mostrarse por miedo, del mismo modo que ella misma se dejaba hacer a manos del
cambio para desfogar lo que realmente sentía, una condición sexual que llevó en
su poesía con la naturalidad firme que no se quitaba nunca. Se puede apreciar
en poemas como “A Jenny” en los que además, se abarca el tema de la
transexualidad.
Según Sherno, si bien “en Estados Unidos la
poesía no se lee mucho”, el trabajo de Gloria Fuertes ha sido aceptado hasta
cierto grado: Se la lee en las escuelas y en las universidades y hay numerosas
tesis doctorales escritas sobre ella.
Tal y como apunta Douglas Benson:"La historia de la literatura española y mundial está poblada de escritores y escritoras “denostados en su momento” por no haber estado conformes con las pautas contemporáneas. No tengo duda de que no tan lejos en el tiempo el nombre de Gloria Fuertes va a entrar en el cánon. Ya está ocurriendo."
Tal y como apunta Douglas Benson:"La historia de la literatura española y mundial está poblada de escritores y escritoras “denostados en su momento” por no haber estado conformes con las pautas contemporáneas. No tengo duda de que no tan lejos en el tiempo el nombre de Gloria Fuertes va a entrar en el cánon. Ya está ocurriendo."
Con todo, se puede considerar un éxito rotundo el hecho de que una mujer haya conseguido calar las raíces de nuestra literatura; era la misma Gloria la que decía que si para un hombre era difícil, para una mujer era un trabajo enorme. Más aún siendo una mujer, que, como ella, no provenía de una posición privilegiada ni gozaba de grandes amigos a un lado o al otro de la situación política española (un aspecto que muy tristemente ha sido protagonista en cuanto a las llamadas “generaciones” poéticas se refiere).
Según Persin, en Estados Unidos Gloria
Fuertes goza de una posición pionera entre los especialistas de poesía española,
¿Qué ocurre pues, en nuestro país? ¿Se ha guardado su poesía en uno de esos
cajones olvidadizos hacia donde no se debe mirar? ¿Resultó tan pionera que dañaba los ojos de los que aún no
querían ver? ¿Es suficiente con los colegios y las calles que en tantas ciudades rezan su nombre? Quizás, y esto es sólo una suposición, la crudeza de su poética sea
tan romántica ó guerrillera (al fin y al cabo, significan lo mismo) que aún no tiene cabida
en un público que se sigue limitando tan sólo a lo bonito. Bonito como un jarrón, o un marco del todo a cien. No como Gloria Fuertes, como la vida y la poesía de quien sí vive con y para ella.
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