Llanos de la Rosa Cifuentes|Despiece|México
Portada del libro de Esquivel |
Para preparar el
famoso chocolate a la taza, se necesita que el agua esté en su punto de
ebullición. Es decir, que sea Como agua para chocolate. Y así está Tita, la protagonista de la novela
de Laura
Esquivel, a punto de hervir durante todas las páginas de la obra. No es
para menos. Tita vive condenada a ser infeliz, a no poder casarse con el hombre
al que ama de toda la vida, Pedro Muzquiz, que le hace sentir “como un buñuelo
en aceite hirviendo”. Todo por una tradición familiar que obliga a Tita, como
hermana pequeña, a permanecer soltera para cuidar de su madre, Elena. Por si
fuera poco el drama, a la matriarca no se le ocurre nada mejor que casar a su
hija mayor, Rosaura, con el amor imposible de la benjamina. Así, Tita se ve
obligada a ser la cuñada de la persona a la que ama.
¿Cómo puede, entonces,
Tita focalizar todo ese amor que guarda dentro y no puede ser externalizado?
Cocinando, por ejemplo perdices con los pétalos de las flores del amante. De
esta forma, se nos presenta una novela completamente distinta, que, todavía hoy
a los 25 años de su publicación, sorprende a aquellos que quedan atrapados
entre sus líneas. Los capítulos se enlazan unos a otros a través de platos y
recetas. El realismo
mágico se hace patente con las fantasiosas consecuencias, pero cargadas de
metáforas, que tienen los comensales de
Tita.
Con un cuarto de
siglo cumplido, Como agua para chocolate
se corona como uno de los libros más vendidos de la literatura hispana y uno de
los 100
de habla castellana que debe leerse antes de morir.
Una
novela que se convierte en indispensable, no solo para entender ese movimiento
cultural, sino también la propia historia de México. Los personajes,
esencialmente femeninos, retratan el país del siglo XIX, sus costumbres,
tradiciones, revoluciones y evoluciones. Los protagonistas no dejan de
sorprender, porque Esquivel se toma la molestia de hacerlos complejos. Como la
vida misma.
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