lunes, 10 de marzo de 2014

50 sombras de machismo y falsa literatura

Carmen Thomàs | Literatura | Crítica





Se ha necesitado un estudio para que muchos se plantearan el compendio de argumentos y retahílas machistas embutidos en un libro desliteraturizado como es “50 sombras de Grey”. Cerca de 500 páginas numeradas y escritas de forma superficial y mediocre (y que fluyen, no por exceso de agilidad, sino por falta de densidad) que lleva ya mucho tiempo arrasando en la lista de Best Sellers, ¿gracias a qué? Pues gracias al morbo que implica que te vendan algo como sexualmente transgresor, erótico, abierto y romántico. Una novela falta de erotismo, pues está exenta de cualquier atisbo de gracia y/o talento literario que la conviertan en cuna de algo más que simples palabras una detrás de la otra. 


"Quiero que te rindas a mí en todo voluntariamente. Para complacerme" (Christian Grey)


Un erotismo de brocha gorda que no se diferencia mucho de un chat de ligoteo rápido (burdo, simple, rápido) y un "romanticismo" basado en el abuso, la vejación, y el control.  Una conducta que nada tiene que ver con las inclinaciones sexuales que las impliquen: Éste control, éstas vejaciones, el abuso, se presentan en la novela fuera de todo contexto sexual, en el día a día de la protagonista, que va perdiendo su identidad, hasta puntos preocupantes (por ejemplo, tiene que empezar a mentir respecto a su paradero para evitar la ira de Christian si, por algún casual, no está donde a él le interesa). 

Pero, ¿quién es Christian? Un hombre rico, guapo, atractivo, atlético, y muy buen amante que además es un controlador obsesivo en una novela en la que se confunde el control con la caballerosidad. Y no culpo a la autora (E.L James); seguramente se haya limitado a reflejar de forma inconsciente un modelo de conducta para el que nos crían desde la infancia. Un acto irresponsable y, sin embargo, tristemente real que embarga la mayoría de novelas mal llamadas "románticas" escritas por mujeres. "Si te controla es por tu bien, porque eres frágil, puedes romperte, lo que le convierte a él en un caballero andante".

Pero '50 Sombras de Grey’ no es la primera novelita de lectura rápida y de profundo calado social que nos vende este romanticismo de pega (me duele usar este término sin el adjetivo complementario existiendo románticos como han existido). Ahí tenemos ‘Crepúsculo’ (también obra de una mujer, Stephenie Meyer), la historia de un vampiro y una mortal que no enganchó por lo que vendría a ser un “amor imposible”, sino por la acumulación de sufrimiento aparentemente “romántico” que sufría el lector gracias a la protagonista. “Edward me observa mientras duermo porque me ama.” "Edward elige por mí, porque sabe lo que es bueno para mí, y porque me ama. Además, si me rompe el corazón quinientas veces lo habrá hecho porque tiene sus motivos, porque él sabe lo que es bueno y lo que es malo para la humanidad, y porque me ama.”  Otra vez más, el personaje masculino se presenta como una pieza clave para la protección y casi supervivencia de una protagonista que se ha convertido en un apéndice del mismo, ni más, ni menos. 



¿Qué ha hecho mal la literatura para que se olviden las grandes novelas en las que el amor es un amor de verdad, en el que se sufre por causas reales y no infundidas? O, por decirlo de alguna manera, por causas que escapan al control de las personas que se aman; personas que no confunden tener pareja con tener un hámster.

En todas estas novelas, además, existe un escaparate sexual que tiene un trasfondo psicológico de gran peso: Hombre con gran experiencia, con gran poderío económico/social, y protagonista insegura, frágil, y, virgen. No es nada original que en novelas, películas u obras de ésta índole la protagonista cumpla el sueño masculino de iniciar sexualmente a lo que ya empieza a considerar una propiedad.

Por otra parte está la justificación a la violencia machista. En el caso de “Crepúsculo” es más leve, más heroica, por decirlo de alguna manera… Edward es un vampiro, un ser más fuerte, inmortal (vamos, superior) que tiene el deber moral de protegerla porque así lo creen la autora y algunos lectores. En el caso de Christian, de ’50 Sombras de Grey’, argumentos como “mi madre me apagaba los cigarrillos en la piel cuando era pequeño” quedan mucho más desacreditados y, desde luego, cantosos. Es la necesidad de justificar estas conductas en los personajes lo que las mancha de marrón oscuro casi negro; lo que las hace inaceptables. 

"Cuanto más te sometas, mayor será mi alegría. La ecuación es muy sencilla" (Christian Grey)



Además de tratar justificar esta situación, el personaje de Christian intenta y consigue separar a Anastasia de las personas que la quieren y que pueden hacerle ver que su situación no es normal, que está siendo maltratada. Mientras, al mismo tiempo, ella lo justifica, recordando que Christian ha sido un niño maltratado, se siente inseguro, y argumentando en el trasfondo que sometiéndose estará cuidando de él

cita de Christian Grey ('50 Sombras de Grey')

Y entre todo este compendio de atributos injustificables también hay hueco para las frases típicas, y tópicos que, si en otro contexto nos podrían haber resultado hasta bonitos, aquí acaban dando miedo (véase imagen anterior).

¿Dejarán de mancillar el Romanticismo con semejante acumulación de violencia injustificada? ¿Triunfará una novela en la que se eliminen estos patrones, o a la gente le resultaría aburrida y falta del morbo necesario?  Si esto es sexo, si esto es sensualidad, y, sobre todo, si esto es amor, buscaré el botón de parar el mundo, que yo me bajo. 

1 comentario:

  1. Un article boníssim :)! REPUGNANT ESTE LLIBRE. Havia escoltat alguna cosa sobre ell... amb el rollito de que es un home que ha patit molt, ja ens posen a la figura femenina submisa i servicial... FASTIGÓS. AIXINA NO ES CREA IGUALTAT... http://www.youtube.com/watch?v=rWK4rnVvV-Q

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