Aitana G.Cantos | Despiece
Las nuevas generaciones de directoras o futuras directoras de orquesta resultan los más fieles testimonios para comprobar que el denominado machismo de la música clásica se canaliza con naturalidad o que, por el contrario, continúa aferrado a aquellos pensamientos pasados que nunca fueron mejores para las mujeres. Marina Ramos y Eloísa Domínguez conforman dos perfiles diferentes pero esenciales, ya que ofrecen una visión joven de su relación con la dirección orquestal y fundamental para adquirir una perspectiva de la situación en estos tiempos.
Marina Ramos (1988) se licenció en Dirección de Orquesta en el
Conservatorio Superior de Música de Málaga obteniendo el Premio Extraordinario
Final de Carrera con tan sólo 21 años. A pesar de su juventud, cuando realizó
las pruebas al superior por piano y dirección orquestal, decidió optar por estasegunda especialidad porque la
consideraba “la madre de todas las disciplinas musicales”, en la que confluían
interpretación, teoría musical o composición, entre otras. Por su parte, Eloísa
Domínguez, natural de Estepona, tiene 23
años y es la única chica de los cinco estudiantes de primero de dirección en el
Conservatorio Superior de Madrid. Aunque sus principios musicales estuvieron
ligados al piano, ha llegado a esta disciplina por una vocación tardía que nació
de sus estudios superiores de composición.
A pesar de que Eloísa está dando sus primeros pasos y Marina ya se ha
labrado una corta pero intensa carrera, sus experiencias convergen en
situaciones que denotan el arraigo de ciertos estereotipos. “Yo iba a clase con
mis obras preparadas y bien estudiadas, seguramente mejor que el resto de mis
compañeros, pero al acabar el cuatrimestre, todos tenían una nota más alta que
la mía”, critica Ramos. Sin embargo,
recuerda que cuando obtuvo el premio extraordinario supuso un impulso
psicológico que compensaba esos pequeños micromachismos que sintió durante su
evolución académica.
Domínguez, en cambio, asegura no haber sentido ningún tipo de
discriminación, pero a pesar de ello, cree que es algo que está presente, que
“se tiene en la cabeza”. De hecho, dice que al ser la única entre los
estudiantes de primer curso, le hacen más caso. “Es un tema difícil porque es
una carrera con un bagaje histórico que es puro protocolo e historia, por lo
que muchísima gente no quiere cambiar”, explica la esteponera.
Marina Ramos dirigiendo durante un concierto. / Imagen cedida |
Con faldas no
La polémica de las mujeres directoras traspasa en ocasiones las
fronteras de lo estrictamente musical y desemboca en aspectos estéticos. El
atuendo con el que las profesionales desempeñen su función se convierte en el
objetivo de todas las miradas llegando a desatar polémicas. Marina Ramos ha
sufrido una experiencia de este estilo que califica de “bochornosa” cuando
estuvo en la Accademia Chigiana de Siena: “Era pleno agosto, por lo que hacía
bastante calor, de modo que uno de los días me puse un vestido muy normal y
discreto. Salí a dirigir y cuando me bajaba del escenario, el Maestro me dijo
que el próximo día me pusiera unos pantalones”.
Ambas coinciden en que las directoras de orquestas están más expuestas
a ser objeto de críticas por sus vestimentas. No obstante, Eloísa Domínguez
opina que una profesional debe de evitar ser el centro de comentarios, por lo
que su presencia ha de ser igual de “neutral” que la de un hombre. El conjunto
ideal de esta joven para subirse al podio se compone de pantalones negros de pinza, camisa
negra y chaqueta, mocasines y pelo recogido. Según expresa la estudiante,
“una mujer tiene un cuerpo con curvas y los músicos pasan muchos compases sin
tocar, por lo que son muy propensas a que las miren y las examinen”.
Las vivencias de estas dos jóvenes, futuro de la dirección orquestal
en España, demuestran que aún hay ciertos impedimentos perennes en el mundo de
la música clásica en general y en esta especialidad en particular. “Una mujer
lo tiene muchísimo más complicado para integrarse aquí”, reconoce Eloísa, mientras
que Marina añade: “Definitivamente, este mundo es de los más machistas
que existen”.
No obstante, el mensaje final para aquellas que deciden abrirse un
futuro en la dirección orquestal debe fraguarse sobre el sentimiento que
Eloísa Domínguez formula: “Creo que no debe de haber distinción entre hombre y
mujer, que se debe de actuar con respeto a la música y sin buscar otro objetivo
que no sea morir y sudar por una buena interpretación”.
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