Llanos de la Rosa Cifuentes |Cine| Opinión
Marian Álvarez, Goya a la mejor actriz |
Hasta esa
semana de octubre, no había escuchado mucho sobre “La herida”. Pero
estaba pronosticada a ser (y de hecho fue), la gran estrella de aquella decimoquinta
edición de Abycine (festival
internacional de cine de Albacete).
No mentiré,
nada fue lo que yo esperaba desde el primer segundo, ni a nivel argumental ni a
nivel técnico. Y eso fue lo mejor. En
pleno siglo XXI están los que se escudan
en el “ya está todo inventado, solo puedo intentar mejorarlo” y los que se
arriesgan y crean. Por suerte, el cine español cuenta con personas
arriesgadas, entre ellas, Fernando
Franco. Hay que serlo para romper con el clasicismo a la hora de rodar, de
elegir la fotografía y los escenarios. Y le sirvió para alzarse con el Goya por
mejor director novel.
Marian Álvarez charló con los espectadores de Abycine. Foto Abycine |
Pero, sobre todo, hay que ser valiente para centrar una
película en un solo personaje, que a su vez tiene muchas caras. Arriesgarlo
todo a una única carta. Aquella carta se llama Marian Álvarez y anoche recogió
el Goya a mejor actriz por ese papel de chica joven y con una vida “normal”, que lleva al límite sus obsesiones. No entraré
en los detalles técnicos, porque para eso ya hay otros críticos que lo explican
mejor. Ni siquiera pretendo que sea un texto enfocado a desengranar la
actuación de Marian Álvarez, que de eso también se ha hablado mucho estos
meses. Si me pongo a escribir(les), es simple y llanamente porque ayer estuve
en desacuerdo con muchos de los galardones entregados (sin ser yo nadie para
desmerecer a los cineastas, ni lo pretendo). Sin embargo, si hubo algo que me hizo
saltar del sillón y aplaudir, fue escuchar decir a Ana Belén que el premio a
mejor actriz era para Marian Álvarez. No es que considere que Inma Cuesta, Aura
Garrido o Nora Navas no lo merezcan (solo de pensar en ellas me emociona recordar
la calidad artística que tenemos en este país, para que luego digan), no me
malinterpreten. Pero jamás me había creído tanto a un personaje como al de Ana, que crea una atmósfera (auto)destructiva por donde
va.
Tal fue la sensación, que salí de la sala de cine con angustia, sin haber
visto escenas escabrosas, escatológicas o sangrientas. No. Es que, Ana vive con
ese dolor y ese malestar constantemente. Y Marian Álvarez le da vida de tal
forma, que te sientes ella. Quieres pegarle golpes a las persianas cuando ella
necesita soltar la rabia que lleva dentro. Te sientes fuera de lugar en
una fiesta en la que no deberías estar, cuando ella huye. Sientes que te
ahogas cuando a ella le cuesta respirar.
Y, sobre todo, te gustaría poder entenderte, cuando ella se da cuenta de lo
perdida que está.
Ana es incapaz de controlar sus comportamientos y emociones |
Por eso.
Porque el cine debería ser esto en todas y cada una de las películas. Reír,
llorar, disfrutar, sufrir, intrigarse, amar, odiar, asustarse, descubrir,
aprender o, incluso, sentir angustia. En definitiva, meterse en muchas pieles
desde el otro lado.
Más que darle
la enhorabuena, yo digo: Gracias, Marian Álvarez. Aunque aquella noche me
costara dormir, me hiciste sentir tu herida, estar muy viva. Me ayudaste a recordar, porqué me
encanta el cine (sobre todo, español).
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