Aitana G.Cantos | Despiece
- Alma Rose fue una prestigiosa violinista y dirección de orquesta
- Su condición de judía truncó su carrera profesional y la convirtió en directora de la orquesta femenina de Auschwitz
- Gracias a su labor, consiguió privilegios para la formación musical
Si se pregunta a los directores
de orquesta actuales por sus referentes en esta disciplina, entre las
respuestas que ofrecen no se puede encontrar a ninguna mujer. La figura de la
mujer en la música clásica ha estado invisibilizada durante siglos, y como
explica Pilar Vañó, profesora de Dirección de Orquesta en el conservatorio
superior `Joaquín Rodrigo´ de Valencia, la entrada de éstas en las orquestas ha
sido “demasiado tardía”, por lo que añade: “si bien era difícil ser componente
de una de ellas, mucho más era subir al podio”.
Sin embargo, Vañó recuerda a algunas
de las pioneras en empuñar una batuta: Alma Rose (1906-1944) Ethel Leginska
(1886-1970) y las hermanas francesas Nadia Boulanger (1856-1935) y Lili
Boulanger (1893-1918). Unas mujeres cuya unión con la música clásica las ha
convertido en las heroínas que representan el primer binomio de mujer-dirección
orquestal. Y entre ellas, la historia de Alma Rose, célebre y tan llena de
luces y sombras como la misma música de su tío, Gustav Mahler, es digna de ser
rescatada de los pentagramas.