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viernes, 20 de diciembre de 2013

Ellos los protagonistas, ellas las secundarias

Llanos de la Rosa Cifuentes | Reportaje

“Un hombre, al menos, es libre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los placeres más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente vedado”. Gustave Flaubert así lo decía en su célebre obra ‘Madame Bovary’ (Segunda Parte - Capítulo III). Quizá, por esa libertad asignada históricamente al hombre, se le ha reservado a él el protagonismo en las grandes obras culturales. Sería lógico pensar que si a la mujer se le asigna el lugar de esposa, amante y madre de los hijos de los protagonistas o de ellos mismos, es porque ese “es el papel que tiene en la vida real”, explica María Teresa Algado, profesora de Sociología en la Universidad de Alicante (UA). “La cultura está relacionada con la sociedad. Si a través de la primera se le muestra a la segunda más ejemplos de mujeres luchadoras e independientes de las acciones masculinas, se motivará a las mujeres a liberarse de esos roles tradicionales y anticuados”, insiste Algado.

Sin embargo, Anastasia Téllez, antropóloga y directora del Máster Universitario en Igualdad y Género en el Ámbito Público y Privado de la Universidad Miguel Hernández (UMH), considera que hasta hace poco la visión de la mujer que daban las artes a la sociedad era “androcéntrica, machista y heterosexual”. La antropóloga reconoce que “seguimos en una sociedad donde se infravalora lo femenino y a las mujeres frente a lo masculino por tónica general”. A pesar de esta teoría, Téllez se muestra optimista y explica que desde hace unas décadas, “se viene viendo un trato más igualitario”.



Sentir como una mujer

Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

“La experiencia de las mujeres con otras mujeres o consigo misma, la cultura nos la muestra poco y solo son las escritoras, las artistas, las que nos la están empezando a mostrar”, considera Laura Freixas.
Sin embargo, escribir bajo el punto de vista de una mujer no es  algo que esté reservado a ellas. Existen hombres capaces de dar el protagonismo y meterse en la piel de una.

Novela donde las protagonistas, activa y pasiva, son dos mujeres
José Luis Ferris profesor de literatura, escritor y ganador del XXIII premio Azorín , representa uno de esos novelistas. En su libro “El amor y la nada”, por ejemplo, dos mujeres conducen al lector por la historia del poeta  Manuel Gilabert. Por un lado, la investigadora que encuentra “insuficientes los acontecimientos que envolvieron la vida amorosa de Manuel Gilabert para alimentar una obra poética de tamañas dimensiones”. Marcela Duarte es la otra protagonista, la mujer que inspiró los versos de Manuel Gilabert y que le recuerda a través de las cartas que se dedicaron.



 Esta musa, creada por  Ferris es solo el ejemplo de que todo artista la tiene. Detrás de cada hombre creador, hay una compañera, y a veces compañero que ha alimentado esa obra”, confirma el autor. Además, añade que a veces ocurre que esa musa no se conoce hasta años después. Es el caso de Carmen Conde cuya  obra más potente  es la poesía amorosa. “La persona que inspiró su obra literaria durante 50 años, no tuvo nada que ver con su marido. La persona que marcó de manera rotunda es Amanda Junquera”, desvela Ferris
José Luis Ferris reconoce que para escribir desde el punto de vista de una mujer se necesita sensibilidad


Pero, ¿cómo escribir sintiendo como una mujer? “Hay hombres que no pueden escribir desde un punto de vista femenino. Yo por suerte sí”, confiesa Ferris. ¿Cómo se consigue adquirir esa empatía? El escritor lo tiene claro: “Para escribir como una mujer hay que conocer su sensibilidad, convivir con ellas. Te fijas en mil cosas, de su día a día”.  Aunque no todo es mera observación. José Luis Ferris   desvela que también existe un proceso de documentación y que “incluso a veces ayuda mirar el diario o la agenda diaria de una mujer”.  Queda claro, que se trata de querer para lograrlo.